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GENERACIÓN AMARGA (LOOK BACK IN ANGER) De JOHN OSBORNE.

Actualizado: 25 jul 2023


Ciudad de México, Julio 06, 2023

Entrega 149/23


Si bien hoy por hoy representa un icono dentro de la dramaturgia del siglo XX, desde su estreno en 1956, Look Back in Anger provocó reacciones encontradas entre la crítica británica, acostumbrada a un ilusionismo escénico que solía vestir las realidades inmediatas de luces y limpieza, acciones y lenguajes ingeniosos, y acentos y actitudes idealizadas. La obra de Osborne, en cambio, expuso de modo escueto y crudo la decepción espiritual, la depauperación, la beligerancia y frustración personal e ideológica predominantes entre la juventud británica tras la Segunda Guerra Mundial. Osborne plasmó esos temas a través de un retrato preciso, inclemente, del ambiente y la conflictiva interacción de personajes cuyos orígenes y aspiraciones sociales chocan alrededor de nociones profundamente opuestas de vivir y sobrevivir, pero que no logran evadir las fundamentales realidades de desear y necesitar al otro.

 

La sociedad británica jamás había visto con tal exactitud la historia de un hombre de origen humilde casado con una mujer de una clase muy por encima de la suya; capacitado e inteligente pero con expectativas de vida que se han diluido en la resaca de la caída del imperio y la inercia de su sociedad conservadora; comprometido con ideas justas pero ineficaces; resentido con su entorno y sus propias carencias; un hombre, en fin, que pese a ser capaz de amar y comprender, oculta casi cualquier virtud tras una rabia arrogante y misógina. A su alrededor, dos mujeres igualmente atrapadas entre la conciencia de hallarse en una situación intolerable y el poder aparentemente infranqueable de una crianza y una autoestima limitantes, que, al fin, las superan y las traicionan. Look Back in Anger surgió dentro de una gran crisis de autopercepción nacional; sacudió y cuestionó a su sociedad, señalando engaños que ahogaban a una generación airada por la inoperancia de promesas convencionales inscritas en conceptos como la educación y el patriotismo.

 


Naturalmente, Look Back in Anger provocó transformaciones en la dramaturgia y en la práctica escénica de su era y lugar originarios. De mayor importancia para este proyecto, es que impactó a su entorno y condujo sus premisas culturales y sociales hasta un sitio privilegiado de discusión. Sesenta años más tarde, la sociedad en la que se originó sigue considerándola trascendente y pertinente, aún si no se le monta como antaño, en tanto el teatro de la Gran Bretaña continúa reproduciendo su influjo anti convencional y abordando —de modos y con estilos diversos— conflictos de clase y género tales como los que presenta la obra, mismos que, en ese lapso, no han tenido resolución en la mayoría de las realidades cotidianas, pese a cierto grado de progreso al respecto.


 

La insatisfacción y frustración que afectan a los personajes de Look Back in Anger, así como y la agresividad y disparidad entre ellos —que se agudiza en muestras de rabia con ángulos de clasismo y misoginia que tal vez se pensarían sólo propios de su época pero que obviamente no han cesado en ninguna sociedad contemporánea— son características de momentos críticos en los que las narrativas que hasta ese punto han buscado guiar, o al menos entusiasmar, proyectos de vida y de desarrollo, entran en contradicción con las condiciones reales y redundan en fricciones y tensiones tanto en lo individual como en lo social. Quien ha experimentado Look Back in Anger, sea en su entorno original o en las múltiples puestas que ha tenido en diversas culturas, no ha dejado de reflexionar en el contraste entre la realidad y las diversas versiones que se tienen o se ofrecen de ella, para justificarla o paliarla.

 

Es claro que semejante descripción y capacidad de impacto no son ajenas al entorno mexicano, especialmente desde la segunda mitad de la década de 1990, cuando una narrativa semejante, plagada de pretensiones que proyectarían a nuestro país hacia la “élite mundial”, se derrumbó presa de sus aspiraciones banales y, mediante el aislado acierto de promover una democracia incipiente, dio pie a un ciclo de crisis reiterativas que poco transformaron y hoy han confluido en una nueva propuesta de redefinición, nada exenta de fricciones igualmente básicas e intensas. Ésta es la mejor razón para que Look Back in Anger vuelva a un escenario mexicano en el siglo XXI, en una adaptación que la incorpore al discurso y ambiente nacionales.

 

La obra le hablará a nuestro público, en nuestro lenguaje, no sólo de conflictos intergeneracionales, intergenéricos e interpersonales que marcaron y marcan a varias generaciones en el extranjero, sino de temas y emociones que desde hace décadas, y ahora mismo, ocupan grandes espacios en nuestros debates y confrontaciones.


La frustración original del educado e inteligente pero desubicado Jimmy Porter no tiene frontera con la experiencia de mexicanos que, pese a tener estudios y aspiraciones, no han hallado espacios de desarrollo y se pierden en el catálogo de opciones informales que cunden en la economía nacional. Su agresiva misoginia es una de las múltiples formas en que las condiciones actuales nos comprueban que muchas lacras sociales que tantos creían —o soñaban— superadas se han conservado intactas y hoy se alzan con mayor fuerza. Los resentimientos y prejuicios de clase que la obra expone con enorme complejidad no son en absoluto ajenos a la experiencia nacional, pese a décadas de soslayamiento. 

Luego, la reubicación de los temas y emociones de Look Back in Anger en el contexto mexicano es tan necesaria cuanto posible, no sólo, como se ha dicho, porque sus contenidos son perfectamente reconocibles en nuestro medio —y así también su traslado se hace igualmente factible— sino porque la incidencia de esos contenidos en la conciencia del espectador nacional será aún mayor conforme le sean más claras y asequibles las formas particulares en que se han manifestado en nuestro entorno inmediato. Para ello, es indispensable trasladar Look Back in Anger tanto a la realidad lingüística como a la experiencia visual de México en algún momento posterior a 1994.


Esa translación redundará no sólo en un producto más estéticamente cercano sino en una invitación a que el público, al dejar el teatro, traslade, a su vez, las emociones y los temas recién presenciados a un debate idealmente creativo y productivo.

 

Look Back In Anger México o Generación Amarga será finalmente y en cierta medida un espejo social en el que el espectador se confrontará con mucho de lo que deberíamos mejorar como sociedad. Es una obra que no está destinada a enaltecer a un personaje colérico como Víctor (Jimmy en la original), ni al encierro emocional de Amelia (Alison en la original), o al conflicto moral de Elena (Helen en la original), no, Generación Amarga presenta a estos personajes, sus historias, sus defectos y conflictos como una denuncia social, para remover conciencias, para hacer un llamado de atención. En Gran Bretaña, en Europa, en América, en México, en el mundo, en los 50s, 90s, siglo XXI... no tenemos todavía sociedades tan buenas como pensamos. Y claro que lo sabemos, pero muchas veces es muy poco lo que hacemos al respecto; esta puesta en escena busca poner su grano de arena para cambiar esto.

 

¿Cómo es entonces la puesta en escena para México? ¿Que hará que el espectador se reconozca en esta historia, en esos personajes? ¿Que hará de ese espacio México, y de esta historia mexicana? La respuesta: un libreto excepcionalmente traducido y adaptado por Alfredo Michel Modenessi, llevado a una puesta en escena en la que Enrique Singer y Tanya Selmen plantean una articulación perfecta del espacio, vestuario, sonido e interpretaciones de un gran elenco, para traer al público mexicano Generación Amarga, un Look Back In Anger100% mexicano; con emociones, conflictos y reflexiones 100% mexicanas.

 

El maestro Singer y la maestra Selmen presentan una articulación muy bien diseñada y tratada, para que sin la necesidad de que se emita una sola palabra, el espectador pueda reconocer a México en el espacio, la escenografía, el vestuario, los personajes  y en el ambiente sonoro y musicalización. Una puesta en escena en la que junto al elenco —y luego de un arduo período de análisis de texto y ensayos— tomarán este texto ya mexicano y se lo llevarán al público con la mayor honestidad y sin reservas. Una puesta en escena que sin duda alguna dará mucho que reflexionar.

 

En Generación Amarga y como lo menciona la propuesta escenográfica, el departamento que nos ocupa es un antiguo almacén adaptado para fungir como unidad habitacional en un edificio de los 50s, habitado en los 90s. Un edificio situado en un entorno humilde de la ciudad de México. Con lo mínimo indispensable para funcionar, escasa decoración y mobiliario reciclado de diferentes décadas, este departamento proyecta un ambiente retro a fuerza, más por falta de recursos que por gustos. Después de todo, nuestro protagonista, Víctor, es un mexicano con un alto nivel de educación e inteligencia, pero de clase meda-baja, con un frustrante trabajo que apenas le da para sobrevivir.

 

La colonia que rodea este departamento, reconoceremos claramente que pertenece y se desenvuelve en una zona de clase media-baja. Gracias a una propuesta sonora cuidadosamente diseñada, el departamento será invadido e irrumpido en momentos clave por sonidos de todo lo que se desarrolla en el exterior en una colonia humilde. Un ambiente agresivo que irrumpe y que incluso más que en la obra original, en momentos clave acentuará y potenciará el conflicto y encierro social en el que se encuentran nuestros personajes.

 

El ambiente sonoro y la musicalización jugará un papel fundamental en esta puesta en escena para crear un mundo exterior que nos ubique perfectamente en la geografía socioeconómica de la historia, y además fungirá como referente de la época en la que se desarrolla, con la presencia de música y programas de TV de la época.

 

El vestuario será como nunca una proyección de le época y nivel socioeconómico (que en esta obra y adaptación juegan papeles tan fundamentales), pero será además una clara proyección del estado psicológico de los personajes. Esencial en una obra donde la psique de nuestros protagonistas está constantemente al borde y en cuenta regresiva.

 

En Amelia un vestuario en ocasiones descuidado reforzará el encierro y chantaje emocional al que ella misma se ha conducido, y en otros esa añoranza de la vida de clase alta que una vez llevó. En Víctor, el vestuario algo desarreglado y rebelde de quien lleva dentro la desfachatez y cólera de una cruzada contra la clase alta y una guerra con la sociedad. Elena, de clase media-alta, llevará un vestuario elegante que irrumpirá de manera directa e irreverente este espacio austero; toda una afrenta para la emancipación de clases que Víctor lidera. Sergio, de carácter simple y liviano y origen más humilde, será cuidadoso con su vestuario, aunque a momentos tal entorno le gane y se pierda levemente en el descuido.

 

Finalmente llegamos al ingrediente humano de esta puesta en escena, a la materia prima que imprimirá sentimiento, emoción y crudeza, en una obra cargada de temas, conflictos, personalidades e historias tan intensas y controversiales como humanas y reales; el elenco. El elenco de Generación Amarga ha sido seleccionado para que lleve de manera irrefutable y contundente la rabia, frustración e impotencia de Víctor, el conflicto de Amelia, el deseo y arrepentimiento de Elena, y la angustia de un Sergio que busca la paz en medio de una incesante guerra en la que él ama a ambas partes.

 

Para lograr esto seleccionamos un grupo de actores y actrices que han demostrado grandes cualidades para encarnar a cada personaje de esta historia. José Ángel Bichir, Ela Velden, Frida Astrid y Jero Medina harán que esta obra cobre vida de una manera honesta, contundente e irrefutable.

 

Generación Amarga trae a México no sólo conflictos tan humanos como se puedan tener, presentados de una manera cruda y directa como la dramaturgia que caracteriza a John Osborne, pero trae además al teatro mexicano un espejo social tan controversial, como importante y relevante, que busca que se abra inteligentemente el debate de quiénes somos realmente como sociedad.

 

Pretenden que el espectador salga de la sala de teatro reflexivo, planteando un debate tan controversial como productivo. Si movemos la conciencia de nuestro público en la dirección acertada, estaremos más que satisfechos. Habremos puesto nuestro grano de arena en esta noble y muy necesaria empresa.

 


Jean Bernard Tenaille es el

Productor General Generación Amarga

 

DÓNDE? TEATRO RAFAEL SOLANA

  CORTA TEMPORADA

 

CUÁNDO? DEL 15 DE JULIO AL 03 DE SEPTIEMBRE DE 2023

 

 FUNCIONES: SÁBADOS y DOMINGOS

 

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